viernes, 15 de abril de 2016

El ocaso del 84 (Mariana Rossi)

La cúpula era un lugar altamente seguro e impenetrable según los estándares más altos de seguridad intergaláctica y era habitado por personas selectas elegidas entre las comunidades de la galaxia, allí todo estaba vigilado y controlado; y aunque sus habitantes sabían de aquello hace mucho tiempo, muchos aceptaban vivir de ese modo. Llegar a la cúpula no era fácil, había que pasar varias pruebas previas, tanto psicológicas como físicas y los soberanos del lugar aceptan cada cierto tiempo una cantidad de inmigrantes con ciertas formaciones profesionales. No se aceptaban más de 100 personas cada tanto. Una vez que las personas eran aceptadas no podían volver a salir al mundo exterior.

Y el mundo exterior...era el caos, naciones peleando unas con otras, planetas tratando de conquistar otras lunas u otros planetas. Ante esa perspectiva muchos deseaban habitar en La cúpula, que si bien no era el paraíso según qué estándares tuviese uno, se le podía parecer bastante.

Por otro lado, también había una leyenda popular esparcida por toda la galaxia de que allí, había cientos de miles de objetos valiosos, cuidados celosamente por sus especialistas y ciudadanos.

Jaguar E-Type había solicitado la residencia en La cúpula durante una década y cuando pensó que nunca iba a lograrlo, su teléfono con conexión galáctica le informó que tenía un mensaje en su casilla, para su sorpresa la última solicitud que había enviado había sido aceptada. Tenía dos meses para mudarse allí, luego tendría que enviar de vuelta otro pedido de residencia. Así que no dejaría pasar esta oportunidad.

Lo más rápido que pudo compró un boleto vía GalacticNet hacía La cúpula, no había muchos vuelos allí salvo casos especiales y este era uno de ellos. A continuación hizo una lista con las cosas que necesitaría y fue empacando todo lo necesario. Su vuelo desde Titán saldría dentro un día, más vale que llevase todo lo que había pensado. Esa noche luego de cenar se conectó a la GalacticNet y se puso a ver casas en las caóticas ciudades de Alfa Centaurib, encontró una perdida en un bosquecillo de algo parecido a los alerces, vio el precio y la compró. El sistema de Alfa Centaurib era conocido por sus gobiernos caóticos, gobernantes que duraban menos que un segundo y países tan diversos como dispersos. Una vez realizado este paso necesario, se fue a dormir.

Al día siguiente siguió con los preparativos para su viaje a La cúpula, compró herramientas que quizás no le dejasen ingresar pero igual iba a arriesgarse, a lo sumo tendría que dejarlas afuera antes de ingresar y no le parecería raro aquello puesto que los controles del lugar eran muy conocidos por todos... por algo el lugar tenía tanta fama, y también sabía que no podía subestimar al sitio, así que lo mejor era estar preparado para todo.

Llegó por fin el día y se subió al mini-crucero que lo llevaría al lugar al que tanto tiempo había esperado ingresar. No había mucha gente en el vuelo, eran él y tres personas más. El vuelo tardaba un día en llegar a La cúpula, ya que se encargaría de atracar en otros puertos espaciales antes de llegar a destino. Se sabía que La cúpula estaba ubicada en algún lugar de la Nube de Oort, estos datos eran conocidos ya que a los capitanes de los cruceros y mini-cruceros se les preparaba un mapa de navegación hacía el lugar, se los alojaba en un hotel a las afueras del lugar y se los contrataba de por vida. En caso de brindar información de más a las gentes del exterior, las reglas de La cúpula estipulaban que el piloto en cuestión debía ser encontrado y asesinado de inmediato. No se permitía ningún error. Así que los mismos eran seleccionados con sumo cuidado. Muchos querían pilotar un crucero hacía allí, otros preferían evitar un trabajo tan peligroso.

Las leyendas planetarias también hablaban del Ejército Invisible que vigilaba la zona donde estaba La cúpula, a decir verdad, no se sabía cuánto de esto era mentira y cuánto era cierto, pero a él no le extrañaría que lo fuera.

Casi al amanecer, si se podía mencionar algo así en aquel lugar, arribaron a La cúpula. Primero, pasaron por un control de sus pertenencias, lo revisaron todo y tal como había pensado las últimas compras que había realizado en Titán les fueron confiscadas. Más tarde pasó por Inmigración, allí revisaron sus documentos y le dieron su visa de ciudadano pasajero. Le dijeron que tendría una semana de adaptación y luego comenzaría a trabajar, en el ínterin; el gobierno volvería analizar sus datos y luego de dos meses, si era aceptado recibiría su visa de ciudadano permanente. Nadie sabía dónde iban a parar aquellos que no habían aceptados posterior a los dos meses de estadía. Según los datos que había obtenido él, la gente no aceptada era enviada a Los Campos del Olvido, un lugar donde les borraban la memoria a las personas y eran puestas a trabajar en lugar periférico de La cúpula, por supuesto nadie sabía dónde estaba aquel sitio. Claro que de este lado oscuro de La cúpula no se acostumbraba a hablar, la mayoría de las personas, sobre todo aquellas que vivían en sitios pobres o planetas que dejaban que desear prefería obviar estos temas; además por lo general el gobierno de La cúpula se autopromocionaba como el lugar ideal.

Una vez pasados los demás controles le fueron asignadas una vivienda, un número de ID y le enviaron por red interna toda la información sobre su trabajo, qué debía hacer y qué se esperaba de él. Esa semana se la pasó revisando los archivos, visitando diferentes lugares e intentando adaptarse a este paraíso. Descubrió que la red interna pedía a sus habitantes una prueba de ADN para poder pedir mercancías del exterior y las comunicaciones con otros sistemas se hacía mediante una Doble-Fase: primero uno se debería dirigir a La Casa del Exterior, luego poner el número de ID, la prueba de ADN, reconocimiento de voz. Una vez realizado este paso, las máquinas ubicadas allí pedían el número y sitio al que uno quería comunicarse y marcaba; uno podía hablar cuánto quisiese allí, claro que el cobro de la comunicación se descontaba del pago del sueldo. En la casas particulares no se permitía hablar al exterior sin embargo esas primeras semanas llegó a obtener información de que los rangos más altos de la ciudad podían comunicarse desde sus hogares.

¿Y cuál era su trabajo allí? Jaguar había llegado como guía de turismo allí. En La cúpula había tres museos: uno de la fundación e historia del sitio, otro de ciencias naturales en general y por último uno sobre historia del sistema solar. La primeras semanas luego de su adaptación lo habían llevado por un tour por el de la fundación del lugar, allí aprendió sobre historia y sobre el museo mismo. En cuanto pasó el primer mes ya había conseguido ser guía allí sin embargo le informaron que pasados los tres meses iría cambiando de sitio; por lo tanto tendría que saber sobre los otros museos.

A los seis meses de estar en La cúpula recibió la llamada de Browning M1910, después de todo entre los dos habían planeado mudarse aquí, solo que ella tardó más en llegar, vaya a saber por qué.

Le comentó que estaba en la otra parte de la ciudad y que estaba trabajando en una casa de venta de objetos usados, muy hacia lo que sería el “sur”.

Se encontraron al mes de estar allí, como siempre Browning había llevado consigo mapas de la ciudad e incluso unos binoculares para disfrutar mejor la vista mientras tomaban un café en uno de los populares bares que rondaban el centro de la ciudad., más tarde fueron a un hotel a pasar la noche y para cuando se levantó Jaguar, Browning ya había desaparecido. Durante los meses siguientes sus encuentros siguieron ocurriendo en diferentes sitios e incluso más de una vez fueron a pasear a los tres museos. Socializar en La cúpula era dentro de todo, fácil. Jaguar conoció a algunos empresarios y pasó a ser guía permanente del museo de historia de La cúpula, aunque no era un nativo se le daba bien hablar sobre la historia del lugar mientras tanto, Browning se había establecido en un negocio de objetos antiguos en un barrio más bohemio de la ciudad.

Sus encuentros no se detuvieron sino que aumentaron con el tiempo, incluso muchas veces sus compañeros le preguntaron si se mudarían juntos y que en La cúpula no habría problemas en casarlos, pero ambos pasaban del tema sin darle mucha importancia.

Browning lo llamaba para concretar sus encuentros de noche... para ir a última hora al museo donde él trabajaba. Solían quedarse hasta que cerrasen el lugar y aprovechaban el beneficio de que él trabajaba allí. Claro que el día que Browning dejó de ir durante dos meses, sus amigos entraron en pánico pero las cosas pronto volvieron a la normalidad. Por algún tiempo cambiaron el lugar de encuentro y él iba a buscarla a ella al negocio donde trabajaba y conoció a su jefe, y algunos amigos que Browning solía merodear. Ninguno obviamente era especial y todos llevaban más o menos la misma vida, después de todo, La cúpula no lo había desilusionado, las cosas estaban resultando muy bien e incluso ella pensaba lo mismo. Todo lo que uno había oído hablar sobre este ejemplar lugar era tal cual las descripciones, por supuesto no había podido averiguar qué le sucedía a la gente que no lograba la aprobación para ser ciudadano pero eso no le importaba por el momento.

Ahora que tanto él como ella estaban formalmente establecidos como ciudadanos de La cúpula era el momento oportuno para festejar...

Museo de historia de la fundación de La cúpula. Hora: 02: 30 AM.

Jaguar E-Type y Browning M1910 se encontraban en una cámara que habían abierto juntos, sacando documentos pertinentes e importantes para el lugar, la alarma del lugar todavía no había dado el aviso ya que Browning había instalado un dispositivo para retrasar el aviso sin embargo pronto empezarían a sonar las alarmas y la caza de ambos empezaría. Ella sonrió para sí misma, hacía mucho tiempo que no hacían algo parecido, el último golpe de ambos había sido en el Monte Olimpo en Marte hace más de dos años.

Entre ambos sacaron lo que habían venido a buscar, lo guardaron en dos mochilas separadas, una la llevaría él y la otra ella. Era mejor que la información quedase separada por si los atrapaban. La alarma sonó y ambos tuvieron que salir huyendo, pronto lo policía llegaría y según habían dicho, las leyes serían muy duros con ellos.

Al rato, una bomba explotó, luego otra y después de media hora, varias explosiones empezaron a sacudir La cúpula mientras Browning había llegado al puerto espacial del lado sur. Tuvo que matar a los siete oficiales que se encontró allí, destruir cámaras, vidrios hasta llegar a una nave de la que sacó a varios pasajeros y mató a otros tanto oficiales para partir vaya a saber a dónde...

Y en el otro lado de la ciudad Jaguar E-Type huyó de varios policías hasta llegar al puerto espacial más cercano, matando a todos los oficiales que se encontró en el camino, subiendo a una nave y partiendo a toda prisa hacia Alfa Centaurib. Su casa y el bosque lo estaban esperando... y atrás quedaba el paraíso devastado.

Entretanto en La cúpula no salían del shock, habían sido asaltados por unos ladrones que nadie diría que eran de medio pelo sino más que el golpe había sido efectivo y grave, afectando todos los sistemas del sitio y entrando en colapso. Los políticos no entendían nada y sabían aún menos cómo arreglarlo.

El detective Shumway en cuanto llegó al lugar donde todo había comenzado encontró una pared que llevaba el siguiente escrito: “El Iguanodon ha derribado la cúpula” y junto a la pared encontró dos extrañas garras que no sabían a qué bicho pertenecía, lo único que estaba claro para él es que haría lo que fuera para atrapar aquel Iguanodon maldito así tuviera que navegar a través de toda la galaxia.

Pero así como el Iguanodon tenía dos garras, el detective necesitaría ayuda para atrapar al animal, puesto que el animal eran en realidad dos personas.

De este modo se extendió a toda la galaxia la leyenda del Iguanodon que destruía paraísos y que el ocaso había llegado a algún lugar...

MARIANA ROSSI


Relato enviado por Mariana Rossi al Quinto Certamen Literario Koprolitos. "El ocaso del 84" constituye la segunda participación de Mariana en el certamen, puesto que ya envió "Las aventuras de Corax" hace un par de años. ¡Muchas gracias por participar Mariana!

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